César es también gaitero y bateador de oro. Ha representado a España en dieciocho campeonatos del mundo de bateo de oro. Para quienes no lo sepan, Navelgas y bateo de oro van unidos desde hace mucho tiempo. César, dicho está, es muy de su pueblo, y por eso batea. La gaita le ha acompañado por los cinco continentes, más de veinticinco países por los que ha propagado los sonidos de Asturias.
Por esas vueltas de la vida, ha regresado a los orígenes. Ahora que muchos emigran, él retorna al hogar.
Su gusto por las expresiones artísticas y por la tradición le han llevado a retomar un aspecto de su vida que siempre estuvo latente y ahora se manifiesta: ha vuelta a la fragua.
Su abuelo ya fue herrero, su padre también. Ellos golpeaban el metal para ganarse la vida y cubrir las necesidades de sus vecinos, César Castaño lo hace para dar rienda suelta a sus inquietudes.
Lo que aprendió al calor del fuego y el cariño paterno, lo convierte Castaño en expresión de un sentimiento de apego a la tradición que ha configurado su vida y la de los suyos, pero sin encorsetarse. No es un nostálgico del pasado.
Su obra nos acerca a ese mundo rural que aún se conserva como testimonio de un momento, de una forma de vida.
Desafío de dioses pretender dominar Tierra, Agua, Fuego y Aire.