No tengo ningún amigo que se llame Manolo
Nicieza Lavilla. Óleos contracorriente
Según mi opinión, los cuadros y dibujos de Nicieza Lavilla pueden plantear dificultades por diversas causas a la mayoría de las personas habituadas a los ambientes de las artes pictóricas, de las artes plásticas, o en definitiva, de las llamadas "bellas artes" en general.
En primer lugar, porque se opone a la tópica caracterización del pintor como un creador, o sea, como alguien que tiene una sensibilidad especial más allá del resto de los mortales. En eso consistían hasta hace poco las inspiraciones místicas de la Gracia santificante. Ahora por desgracia, el Reino de la Gracia se ha transformado, más o menos, en el Reino de la Cultura, y ya se sabe, del mismo modo que la lectura (sea la que sea) fomenta la cultura...
Nicieza Lavilla simplemente aspira a presentarse como un artesano del pincel. Es más, insiste en considerarse un aprendiz, en clave autodidacta, de los óleos, linazas,, lienzos, y demás aperos. Con sus veintiséis años es lo más honesto, y para nada un demérito a nuestro modo de ver. Ahora bien, todo eso no impide que su persona sea la de un artista, al menos en un sentido sociológico, pues ese es el papel social en el que se ha de encuadrar. Pero un artista que apunta hacia un arte-sano.
En segundo lugar, puede ser problemático para el consabido ambientillo porque sus dibujos se oponen a un modo de pintar muy implantado en todos lados. Se opone a las formas y amaneramientos pedantes del retortijón de las llamadas vanguardias. No se trata de menospreciarlas en su totalidad. Pero, creo que dan para poco cosa. Eso, de sobra lo sabemos los de a pie, los que consumimos y vemos telebasura sin ocultarlo. Nicieza Lavilla se opone rotundamente, al menos esa es mi impresión, y poner como sujetos de sus cuadros a lo que estamos acostumbrados a ver, no sólo por la calle, sino también el la tele, en las revistas, en la propaganda. Sus óleos, los vemos como una secuencia cualquiera de esos momentos.
Pinta la realidad desde sus apariencias (desde imágenes veraces, aunque no objetivas, si somos estrictos). Y por eso gustan esas imágenes tan chocantes para nuestros ojos acostumbrados a garabatos y borrones irrespetuosos. Son realidades joviales y alegres de los días asturianos que en muchos aspectos dan ciento y raya al plomizo universo de la vanguardia y de la innovación. Al menos esa es, muy a grandes rasgos mi opinión.
Que el observador juzgue sanamente, pues aquí será muy difícil que le tomen el pelo. Estos cuadros son lo que son. Con eso basta.
Marcos Morán Gutiérrez
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